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viernes, 18 de febrero de 2011

Testificación

Angelina, Ucrania
Un grupo de 24 jóvenes de entre 12 y 17 años —así como muchas otras personas que quisieron ir— realizaron un viaje de testificación al festival anual de música Tavriski Igri. La ciudad donde se celebraba el festival quedaba a 100 km del Hogar de la Familia más cercano.
¡Era todo por fe! Habíamos llevado nuestras tiendas de campaña con la idea de armarlas en algún lado, y eso precisamente hicimos en una zona tranquila y resguardada que estaba a unos veinte minutos de caminata de los escenarios principales. Todas las noches nos reuníamos en torno a la fogata de nuestro campamento para cantar, hacer bailes gitanos y tocar música hasta horas muy avanzadas.
Pusimos a cada lado de la parrilla de equipaje de uno de nuestros furgones un cartel que decía: «Alucinados con Jesús», y fue el nombre por el que llegaron a conocernos. Aunque se había pronosticado lluvia y viento para los tres días del festival, fueron días soleados con cielo despejado, a excepción de una tarde en que llovió. El Señor respondió a nuestras oraciones. Al ponerlo entre la espada y la pared, nos dio lo que le pedimos.
Todos los días al levantarnos pasábamos un rato motivador cantando y alabando seguido de devociones y desayuno. Enseguida empezábamos la jornada de testificación. Aunque hubiéramos querido, no habríamos podido impedir que los jóvenes testificaran personalmente mañana, tarde y noche todos los días. ¡Estaban desatados!
Una tarde Renée (de 20 años), Oli (de 16), Pavel (de 15) y yo nos colgamos las guitarras y recorrimos la zona del festival cantando a toda voz Jesús es la luz en ruso y en inglés, mientras el resto del grupo invitaba a la gente a seguirnos y distribuía folletos de Los viajes que se pegan algunos. Al llegar a un espacio muy verde cerca de un camino público, nos tomamos de las manos e hicimos una ferviente oración de alabanza para conquistar muchas almas esa tarde. Luego seguimos cantando y testificando a la multitud y a quienes paseaban por allí y estaban sentados cerca.
Algunos hermanos de los Hogares que habían asistido llevaron consigo a varios alumnos del curso de Las 12 piedras fundamentales. Daba gusto verlos tan entusiastas por el Señor, conquistando almas a diestra y siniestra, participando de nuestras locuras de cantar, bailar y alabar en público, distribuyendo folletos, estudiando la Palabra, escuchando al Señor y pasándola bien mientras disfrutaban del Espíritu Santo. Después de esta experiencia, todos ellos están estudiando seriamente la posibilidad de integrarse a la Familia. Oramos que cuando el Señor disponga que es el momento para que le sirvan a plena dedicación estén listos. Haber participado con nosotros de una iniciativa tan radical por Él sin duda les estaba transformando la vida.
Durante los tres días del festival ganamos 520 almas y distribuimos 5.000 folletos y afiches. Cantamos y tocamos para muchísimas personas. Personajes muy variados fueron a visitar nuestro campamento dos noches, entre ellos hippies, punk y góticos. Se quedaron con nosotros todo el día, comieron con nosotros, durmieron en una de nuestras tiendas y recibieron constantemente la Palabra. Que Dios bendiga a Alexandra (14 años) que —junto con otros— leía con ellos durante horas hasta bien entrada la noche. Prácticamente estaban con nosotros en todo momento. Casi no iban a ninguno de los conciertos del festival. Un muchacho que está en la onda gótica nos dijo que había tenido algunas experiencias muy espirituales, incluso de abandonar el cuerpo. Nos comentó que había visto un aura que brillaba en torno a nuestro campamento y por eso se acercó a ver quiénes éramos. Tiene pensado visitarnos pronto en uno de nuestros Hogares.
Al llegar el momento de irnos, aunque estábamos sucios, extenuados y muy tostados por el sol, y olíamos a humo de fogata, estábamos muy contentos. Llenarnos del Señor y dejar que Su Espíritu se manifestara a través de nosotros fue revitalizador, nos motivó y llenó de satisfacción y mucho más. Fue una experiencia que ninguno olvidaremos en mucho tiempo. Tenemos pensado repetirla a la primera oportunidad.
No puedo concluir sin expresar mi aprecio a todos los jóvenes de nuestro grupo, que impartieron y siguen impartiendo la Palabra con entusiasmo y elocuencia.

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